Se declara amante de todo tipo de maquinaria desde que tenía 15 años. A partir de entonces siempre estuvo arriba de un equipo y no paró hasta subirse al más grande que hay en la provincia de San Juan y está en la mina Veladero.
Si tuviera que enumerar dos amores de su vida, primero está su familia y después los equipos. Aunque ambos vinieron a la par porque, al poco tiempo de empezar a trabajar manejando maquinaria vial, Cristian Elizondo (37) fue papá de su primer hijo que hoy tiene 20 años y lo convirtió en abuelo hace ocho meses.
Este “fierrero” proviene de una familia humilde. Sus padres se separaron cuando él era pequeño y hasta los 17 años vivió solamente con su papá. Dejó su casa paterna para ponerle cimientos a su propio hogar. La minería fue su oportunidad laboral. Pasó mucho tiempo trabajando para empresas contratistas que hacían el mantenimiento de caminos en la Mina Veladero, ubicada en el departamento Iglesia y operada por Minera Andina del Sol.
“En ese momento fui multifunción en todos los equipos. Pero mi sueño era trabajar en la empresa madre y subirme a los más grandes. Tuve la suerte de que en el año 2007 me convocó la empresa dueña de Veladero y me probaron en varios equipos. Mi aspiración era subirme a la enorme Pala Liebher y manejarla y pude hacerlo después de dos años de haber entrado”.
Lo que vino después fue lo más sorprendente y, de alguna manera, dimensiona la pasión que tiene Cristian por la maquinaria. En sus días de descanso, cuando baja de la Mina, dedica unas seis horas al día a lo que nació como hobby y hoy ya tiene una marca para registrar. Podría decirse que Veladero es su paraíso, el que lo inspiró a crear con sus manos réplicas en miniatura de los equipos o “maquetas” como él les dice.
“Desde chico me gustó el dibujo en la escuela y hacer cosas con madera. Cuando estuve bien económicamente compré herramientas básicas y probé haciendo el camión fuera de ruta. Los primeros me salían feos y con millones de defectos y después fue mejorando al punto de que ya hago palas, perforadoras, cargadoras, topadoras y motoniveladoras. Ahora tengo el taller de maquetas terminado y está al fondo de mi casa”, precisa Elizondo.
Son como juguetes, aunque no se les puede dar la misma utilidad porque son muy delicados. Fue justamente por eso que eligió ponerle “Elitoy” como marca: “Eli” por su hijo Elias y “toy” porque significa juguete en inglés.
Esto es como llevar las máquinas a su casa porque ni en sus días de descanso deja de ver los equipos mineros, aunque sea en miniatura.
“Al principio fue todo un hobby, después se volvió más comercial porque algunas personas empezaron a pedirme que les venda para tenerlo de adorno en la casa. La mayoría son mineros que los ponen al lado de una foto que ellos se sacaron al lado del mismo equipo. Muchos de mis compañeros me compran. Uno de ellos tiene una vitrina con todos los equipos y yo quiero hacer lo mismo para mí”, detalla el minero.
Cristian vive en Chimbas, junto a su esposa que es ama de casa y sus tres hijos: Elias (20), Nazarena (14) y Cristian (4). Hasta el momento, lleva vendidos unos 80 camiones que miden 42,5 cm de largo y 24 cm de alto, y unas veinte palas de 35 cm de alto y 55 cm de largo.
“El precio se pone por el gasto de la materia prima y el tiempo que lleva hacerlo, son muchísimas horas para cada detalle porque las piezas tienen movimiento. Lo más fácil y económico es el camión fuera de ruta que cuesta 3 mil pesos. Si tienen que comprar las maquetas originales por internet, el precio ronda los 20 mil pesos, o sea que hay bastante diferencia”, comenta.
Las medidas pueden variar, ya sea más chicas o más grandes. Los mini equipos solo se confeccionan a pedido “porque no tengo stock. Es que me llevaría mucho tiempo poder hacerlo. Mi hijo me ayuda un montón, está aprendiendo. Al principio no le interesó, pero después se fue entusiasmando”, indica Cristian, el chimbero que está orgulloso de su familia y feliz porque “la minería me ha permitido darles económicamente lo que yo nunca tuve”.
Un empujoncito
Más de una década lleva Cristian Elizondo trabajando en Veladero y dice que ya se acostumbró porque le gusta lo que hace. Igual, se ilusiona con tener un taller de maquetas más grande, con más herramientas y por qué no con más personas trabajando.
“Me falta un empujón económico, que me compren cierta cantidad y así yo puedo hacerlo más industrial. Podría participar en ferias del sector minero, lo que me gustaría mucho”, precisa este artesano del equipamiento para minería que dice estar seguro que es el único en el país que lo hace.
Fuente: Cámara Minera de San Juan