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Mejora tu auto confianza con anclajes y siéntete genial en cualquier momento


¿Te ha sucedido encontrarte en un estado de total motivación en donde te encuentras rebosante de confianza y seguridad? Quiero que recuerdes la última vez que te sentiste así. No creo estar equivocado si asumo que se debió a un evento externo ¿verdad?


Hay momentos fascinantes en la vida en los cuales nos sentimos como si estuviéramos en la cima, de pronto pareciera que nos hemos transformado en la mejor versión de nosotros mismos y que todo a nuestro alrededor nos sonríe.


No te preocupes si te ha costado recordar un evento específico o incluso si nunca te has sentido así, ya que el único problema de esos momentos es que son muy escasos y breves. Incluso si vamos más allá y aprovechando que ha terminado el año 2015, ¿me podrías marcar en un calendario los días realmente geniales que tuviste el año 2015?


Si te ha costado recordar algún evento en específico, si no has marcado muchos días en el calendario o si incluso nunca te has sentido REALMENTE genial, este artículo es para ti.


Afortunadamente la psicología ha realizado grandes descubrimientos que nos permiten facilitar nuestras vidas y mejorar nuestra capacidad de disfrute.

  • ¿Te gustaría contar con una herramienta que te permitiera sentirte de manera genial en cualquier momento o lugar?

  • ¿Cuántas veces has necesitado tener una buena dosis de autoconfianza para afrontar una situación y sencillamente los nervios te ganado la batalla?

  • ¿Te has sentido frustrado por volver a sentirte nervioso una y otra vez en las mismas situaciones porque en el fondo sabes que “a estas alturas de la vida” no debería ser así?


La respuesta está los anclajes


Un anclaje es una técnica que proviene de la programación neuro lingüística (disciplina creada por Richard Bandler y John Grinder en 1970) que permite asociar un estímulo a un estado emocional.


A su vez, los anclajes tienen su origen en los experimentos de uno de los precursores de la psicología, el fisiólogo ruso Iván Pávlov. De manera constante y por lo general sin darnos cuenta, los anclajes operan en nuestras vidas ya que con el paso del tiempo, nuestro cerebro asocia de manera natural ciertos estímulos a ciertos estados emocionales.


Por ejemplo, si tu jefe te llama para conversar a su oficina y sientes que se te aprieta el estómago, eso es un anclaje o si escuchas el tono de celular que le asignaste a tu pareja y cuando suena en el teléfono te pones de buen humor, eso es otro anclaje.


Para que exista un anclaje tiene que haber un estímulo (llamada del jefe o teléfono que suena) y dicho estimulo se tiene que asociar mediante repetición a un determinado estado emocional (se te aprieta el estómago o te pones de buen humor). Lo que haremos ahora será utilizar el maravilloso poder de los anclajes para asociar un estímulo voluntario a un estado emocional deseado.


HAREMOS LO SIGUIENTE: cada vez que te encuentres en una situación en la cual te sientas calmado, relajado, feliz, genial y seguro, vas a juntar tu dedo pulgar con tu dedo índice (tiene que ser siempre con la misma mano). De esta manera, con el pasar de los meses, al repetir esta experiencia una y otra vez, vas a contar con tu propio “interruptor psicológico” para sentirte maravillosamente bien. Así de simple, con el paso de los días te vas a dar cuenta de que estas particularmente atento y receptivo a cualquier momento agradable que te suceda. Finalmente, cuando la asociación entre este estímulo (juntar los dedos del índice y el pulgar) y el este estado emocional (relajación, felicidad y seguridad) se haya realizado, podrás sentir de manera automática esas emociones solo con juntar tus dedos.


Con este sencillo ejercicio le enseñarás tanto a tu mente como a tu cerebro a “rastrear” momentos agradables y con el paso del tiempo, a poder generarlos de manera voluntaria. Y gracias a este anclaje, la próxima vez que te pregunte cuantos días felices tuviste en el año probablemente la proporción se invierta y a largo plazo puede que incluso te resulte difícil encontrar días verdaderamente malos (un problema que todos queremos tener ¿ha?).


Si no sabes cómo empezar o te encuentras pasando por una situación difícil, entonces puedes hacer lo siguiente: escribe una lista con todos los logros que has tenido hasta ahora. No juzgues tus logros desde tu perspectiva de adulto, ya que hasta los logros más pequeños te pueden servir para construir una autoconfianza de hierro. Por ejemplo, si cuando eras niño lograste superar un temor ¡eso es un tremendo logro! ¡Lo celebro contigo y creo que deberías sentirte orgulloso por eso! Cuando leas tu lista completa te sentirás diferente y con esta emocional experiencia puedes construir tu primer anclaje (puedes repetir esta experiencia las veces que quieras).


Otra forma de alimentar tus anclajes es mediante premios, ¿cuándo fue la última vez que te premiaste por algo? Ojo que no estoy hablando de esos “pequeños lujos” que las personas se dan después de un cansador día de trabajo mientras piensan “me lo merezco”, sino que me refiero a un premio auténtico, basado en logros o aspectos de ti de los cuales te sientes orgulloso. Te invito cordialmente a planificar por lo menos 20 premios pequeños y 10 premios grandes para tus próximos logros en el camino hacia tu realización. En el momento de realizarte un premio, vuelve a aplicar la técnica del anclaje.


En conclusión, tienes en tus manos (literalmente), la posibilidad de asociar el movimiento de juntar tu dedo índice con tu dedo pulgar a tus logros, premios y momentos agradables ¿Qué mejor? De esta manera el día de mañana, cuando tengas que afrontar una entrevista o un evento social ya sabrás que hacer y estarás desde ahora en adelante en total control de ti mismo.


Espero sinceramente que esta simple técnica te sirva tanto como me ha servido a mi… ¡Desde iMineros te damos un fuerte abrazo!


Psicólogo Ulises Villamans S.

Ulises.v.s@gmail.com

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