Para el vicepresidente ejecutivo de Enami, el rol social y llevar a la compañía a números azules forman parte de la misma ecuación. “En la medida que hagamos un buen fomento, vamos a tener nuestros planteles llenos de mineral y buenos resultados”, dice.
“Tenemos que estar cerca de la gente”. Esa es la forma en que Robert Mayne-Nicholls define su estilo a la cabeza de la Empresa Nacional de Minería, Enami, como su vicepresidente ejecutivo. Nombrado formalmente el 18 de febrero, dice que el mandato que tiene es “súper claro”: promover y fomentar la pequeña y mediana minería, junto con llevar a la compañía a números azules.
Indica que las pérdidas en la estatal bajaron entre 20% y 30% en 2018 respecto de 2017, periodo en que fueron del orden de US$54 millones. Y que si bien para este año todavía prevén cifras en rojo, serán bastante más bajas (se proyecta un resultado negativo por US$11,7 millones en 2019, según lo presentado a la Dirección de Presupuestos).
¿Cuán difícil es conciliar el rol social con una situación financiera saneada?
Son parte de la misma ecuación. En la medida que hagamos un buen fomento, vamos a tener nuestros planteles llenos de mineral y buenos resultados. Y para hacer eso, tenemos que fomentar y acompañar sobre todo a los pequeños mineros, de modo que tengan las capacidades para alimentar nuestras plantas. Es un círculo virtuoso.
¿Cuál es la situación hoy en los planteles, se ha revertido el desabastecimiento?
En Taltal estamos abastecidos y tenemos un plan de aumentar su capacidad a 300 toneladas mensuales de producción –de 200 ton actuales–. Tenemos el mineral suficiente para ese aumento. Hoy estamos mandando del orden de 15.000 ton desde Taltal a El Salado, donde tenemos problemas de alimentación. Aquí esperamos obtener entre 10.000 y 15.000 ton mensuales de una mina nuestra, Esperanza, que estamos entregando a una empresa de Copiapó, con lo cual terminaríamos con el flete desde Taltal. Además, productores del sector de Cerro Negro están muy interesados en organizarse para alimentarnos con mayor cantidad.
Nuestra principal preocupación es El Salado; cómo lograr que aumente su abastecimiento. Hoy debe estar produciendo entre 500 y 600 ton mensuales, y tiene una capacidad de 1.000 ton mensuales.
Las plantas Matta y Delta están muy bien abastecidas. En Vallenar la planta de sulfuros está bien, y aunque hay bastante óxido, éste tiene muchos minerales carbonatados, que consumen mucho ácido sulfúrico. Ya le hemos pedido a la Gerencia de Desarrollo que vea qué otras metodologías podemos usar para poder poner en valor esos minerales.
Según su criterio, ¿cómo Enami debiera ejecutar su rol social?
Nosotros creemos, y lo hemos conversado con las distintas asociaciones, que necesitamos más presencia en terreno. Estamos tratando de ver cómo reforzamos nuestro equipo de ingenieros de minas, geólogos y topógrafos, porque los productores necesitan más apoyo de geomensura. Nos pusimos como meta tratar de llegar, en promedio, a cada uno de los productores y productoras de la pequeña minería, tres veces al año, con algún apoyo técnico.
En sus primeros encuentros con productores, ¿cuáles son las principales demandas que le han formulado?
El tema principal de estas (primeras) reuniones fue la definición de la tarifa, que ya está resuelto. Otro elemento tiene que ver con el manejo de las muestras de los minerales que entregan los productores. Les interesa mucho la transparencia y la rapidez en esta información.
Tenemos bajo nivel de reclamos al respecto, pero hay espacios para mejorar. Otras son inquietudes puntuales; por ejemplo, la gente de Tocopilla está preocupada por el atraso de la planta móvil en Barriles; en El Salado están preocupados por el largo plazo de la planta y que les demos más oportunidades de utilizar propiedad minera nuestra; en Cabildo quieren que Enami tenga una planta allí; en Chancón tienen inquietud por el proyecto que estamos conversando con Valle Central y Codelco, para poder poner una planta.
Uno de los desafíos que tenemos como Enami es ser más rápidos en la toma de decisiones y en la implementación de esas decisiones. El proyecto de Barriles, y asumo la responsabilidad, lleva más de un año y es difícil de entender por qué se ha demorado tanto. La mina Esperanza debió haber empezado a entregar minerales en noviembre pasado, después dijimos en marzo de este año y todavía no estamos en condiciones de hacerlo. El proyecto que reemplazaría el poder de compra en Chancón ya debiera tener por lo menos la primera piedra…
Podemos tener todo tipo de atrasos o problemas, pero tenemos que salir jugando, y no hemos salido jugando de la manera en que debiéramos haberlo hecho.
Respecto de las muchas propiedades que tiene Enami, ¿la idea es continuar con los acuerdos como el suscrito con Wealth Minerals?
En el caso de Wealth Minerals, la propiedad minera es de ellos; tenemos un acuerdo de confidencialidad, y se ha hablado de la posibilidad de tener un 10%, pero todavía no hemos firmado este acuerdo.
Nos gusta el modelo del 10%, sin dilución de capital en función de las distintas expansiones, que ha sido muy exitoso en Quebrada Blanca y en Carmen de Andacollo, y estamos disponibles para seguir desarrollándolo.
Tenemos del orden de 340.000 hectáreas de propiedad minera, pero creemos que debemos repensar nuestro proceso de licitaciones de exploración, para ver cómo licitamos en función del trabajo que se haga en esos lugares, que nos permita tener un conocimiento más profundo de lo que hay.
Paipote y su fase 2
En relación con la fundición Paipote, ¿en qué etapa está la fase 2 del proyecto de modernización?
Está terminando la etapa de factibilidad de este proyecto que implica el reemplazo de la fundición actual por una nueva, que tenga capacidad para 700.000 ton de procesamiento al año.
Tenemos una fase 2B dentro de este proyecto, que hoy estamos evaluando y tiene que ver con la instalación de una refinería en Paipote, que acompañe a esta fundición, lo que nos permitiría recuperar otros metales y elementos.
Ahora, dado que ya llegamos al 95% del control de las emisiones, también empezamos a analizar cómo llegamos a controlar el 99% de las emisiones.
¿Sin ir a la fase 2 aún?
Sin ir necesariamente a la fase 2, lo cual puede tomar unos cinco años. Antes de eso, tenemos que tener claro cómo lo logramos. Estamos recién empezando las “ingenierías de servilleta”, pero el mundo va hacia allá, a controlar el 99% de las emisiones.
Creemos que con estas optimizaciones y el trabajo que hoy está haciendo la fundición, vamos a llevarla a números azules rápidamente, y va a ser un buen negocio, y sin afectar a los vecinos.
¿Qué alternativas de financiamiento se están barajando para la fase 2?
Todavía es muy temprano como para hablar de eso; es parte de los estudios que está haciendo la Gerencia de Proyectos. Sólo diría que estamos abiertos a cualquier alternativa. La que no hemos considerado ni evaluado es la de capitalización, de buscar algún socio que lo haga.
Respecto de las fundiciones no hay una posición única en la industria. Desde su punto de vista, ¿el país debe seguir invirtiendo en este ámbito?
Para asegurar el fomento de la pequeña y mediana minería, debemos tener las fundiciones necesarias; si no, estos productores no tendrían la capacidad de negociar buenos términos en el extranjero. Si no tuviésemos fundiciones, no estaríamos cumpliendo con nuestro objetivo fundamental. Estamos convencidos que es importante que Enami mantenga esa capacidad.
Desde otra perspectiva, si esto fuera gran minería, con las espaldas para negociar de una manera distinta, mi respuesta sería diferente.
Fuente: Minería Chilena